viernes, 9 de marzo de 2012

Proyecto.

Hace tiempo, vivía en esta ciudad un hombre. Un arquitecto. No era de los más brillantes, estaba muy lejos de ser un genio. No llevaba una gran vida, aunque de salud y dinero no andaba mal. Contaba con la soledad por compañera, siempre había sido así. Últimamente, una idea rondaba su mente, se colaba en cualquier pensamiento, eclipsando al resto por completo. No era amor, nadie ocupaba sus pensamientos. Más que alguien era algo. Una gran casa de ladrillos rojos; siempre fueron sus favoritas. Una casa hecha por y para la felicidad. Un gran salón con suelos de parquet, donde varios niños podrían andar descalzos. Una cocina digna del más acreditado chef. Un baño amplio, con una bañera en la que se podrían pasar siglos relajándose en agua tan caliente que enrojecería la piel. Una habitación donde cupiera una gran cama, un espacio para hacer de cada noche algo único, especial. Y un jardín. Un gran jardín donde crecerían hermosas plantas, de tantos colores que no son siquiera imaginables. Con rosas. Debían haber rosas.
Él sabía que no sería su casa. No serían sus niños los que jugarían a resbalar por el parquet con sus pequeños calcetines de superhéroes. Sus tostadas no se quemarían en aquella cocina. No sería él la persona que se daría largos baños de espuma con canciones de blues como acompañamiento. No serían su cuerpo y el de aquella persona los que se enredasen en aquellas sábanas. Él no regaría aquellas plantas.Nunca verá ninguna de aquellas rosas.
Pasaba las tardes tirado en el sofá, pensando en las sonrisas, las carcajadas y los silencios que se producirían en la casa.
Las estanterías llenas de libros, a punto de desbordarse.
Aquella casa hecha para la felicidad ajena, era ante todo, su sueño. Su proyecto.